La autoestima es un conjunto de fenómenos cognitivos y emocionales que concretan la actitud hacia uno mismo, le forma en que toda persona se juzga. La autoestima positiva constituye una condición básica para la estabilidad emocional, el equilibrio personal y, en última instancia, la salud mental del ser humano. Una autoestima negativa es fuente permanente de dolor e infelicidad, siendo una característica sistemáticamente asociada a una gran parte de la psicopatología, en especial a los trastornos de ansiedad y depresivos.
Uno de los principales factores que diferencian al ser humano de otros animales es la consciencia de uno mismo: la capacidad de establecer una identidad y darle un valor. Uno tiene la capacidad de definir quién es y luego decidir si le gusta su identidad o no. Cuando se rechazan partes de uno mismo, se dañan considerablemente las estructuras psicológicas que literalmente le mantienen a uno vivo. El juzgarse y rechazarse a uno mismo produce un enorme dolor. Uno tiene más dificultad en relacionarse con la gente, entrevistarse para un trabajo, o perseguir algo en lo que se pudiera no triunfar. Limita su capacidad de abrirse a los demás, atender a las críticas, pedir ayuda o resolver problemas. En ocasiones se recurre al alcohol o las drogas.
Fomento de la autoestima en los niños.
El ayudar a los hijos a desarrollar una fuerte autoestima es la tarea más importante de la paternidad. El niño con buena autoestima tiene muchas probabilidades de ser un adulto feliz y exitoso. La autoestima es el escudo que protege a los niños contra los dragones de la vida: las drogas, el alcohol, las relaciones insanas y la delincuencia.
Sugerencias:
Escuchar. Asegurarse de que estas preparado para oírles. Presta toda tu atención a tú hijo. Minimiza las distracciones. Se un oyente activo. Invita a hablar a tu hijo.
Algunos hijos se echarán encima tan pronto como abras la puerta: están llenos de noticias y ganas de hablar. Deja de hacer lo que estás haciendo y dedícale un tiempo en exclusiva. Empieza haciéndole preguntas abiertas, y luego sigue la pista de tu hijo. No es éste el momento de discutir sus malas notas o quejarse de su desordenada habitación.
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