SINDY SANTIAGO
Conocí a Sindy en Octubre de 1994. Fuimos vecinas. Vivíamos en la Avda. Juan de Urbieta, 7, en Hernani (Gipuzkoa). Contraje matrimonio canónigo el 1 de agosto de 1975, en la iglesia de San Sebastián Mártir, en la Calle Matia de San Sebastián. También en la calle Matia trabajé en el Hospital de la Cruz Roja, durante 10 años. Conozco este barrio a la perfección y mi playa de toda la vida era la de Ondarreta. El destino, recientemente, me ha vuelto a traer aquí. Ahora, en una situación vital bastante mejorada.
En aquel tiempo, yo era propietaria de una boutique de ropa infantil. Se llamaba UMETXOAK. Ropa para bebés y hasta la talla de 16 años. Sindy compraba allí la ropa para sus hijos: Garikoitz y Zigor. Como había tallaje amplio, también compraba para ella y su esposo, Jesús Mari Astarbe.
Sindy pintaba, esculpía, tallaba, hacía bricolaje. Todo ello maravillosamente bonito. Tenía una profesora en Tudela, que también se llamaba Carmen. Lo hacía por placer personal y para regalar a sus amistades y familiares. Yo, aún conservo algunos regalos. También me enseñó a mí a hacer todas esas cosas.
Un día le sugerí: “¿Por qué no das clase en alguna parte?” “No” -contestó-, “No sé”.
La animé y empezó en una tienda de venta de materiales y donde daban cursos de aprendizaje. Al poco tiempo, estaba impartiendo talleres en Casas de Cultura de distintos Ayuntamientos de la Provincia y decía que, en parte, me lo debía a mí, por mi insistencia en convencerla de que sí podía hacerlo.
O SEA… SINDY… SE REINVENTÓ.
TENÍA Y TIENE un gran corazón. Era generosa, amable, bondadosa, ayudaba a todo el mundo que lo necesitaba. Estuvo como voluntaria en Proyecto Hombre, enseñando a hacer todo eso a chicos y chicas afectados por las drogas. Incluso adoptó a una joven, ya mayorcita, que en ese momento estaba haciendo el programa de recuperación de Proyecto Hombre. También acogió a una familia que vino desde Croacia con motivo de la guerra.
Nos decíamos que éramos “amigas del alma”, y así era. Compartimos alegrías, penas, risas y lágrimas, pérdidas, duelos, separaciones, playa, excursiones, tortilla de patata, bocadillos… la vida misma. Mutuamente nos ayudábamos.
El tiempo, la vida nos ha distanciado y hace 3 años que no nos vemos. Sabemos que seguimos estando para cualquier cosa, en cualquier tiempo y lugar. La amistad verdadera nunca muere. Es incondicional.
Pues bien, SINDY… SE HA VUELTO A REINVENTAR:
A los 60 años de edad, empezó a patinar por las cercanías de su barrio. Es testaruda y constante. Al poco tiempo era campeona de patinaje de Gipuzkoa y, recientemente, he tenido noticias de que es campeona de España. Está dedicada a ello, según sus palabras, EN CUERPO Y ALMA. Yo añadiría sobre ella que es “una mujer coraje”.
ESTOY ORGULLOSA DE TI.
TE QUIERO SINDY.
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