Salvo aquellos casos en los que ellos mismos observan conductas exageradamente significativas, no acuden a la consulta para tratar esa psicopatología sino por otras causas. Como casi en todos los casos hay debajo otros síntomas o una personalidad patológica. Somos los clínicos los que diremos ese diagnóstico. Es importante diferenciar las pequeñas manías que tenemos todas las personas. Existen cuatro tipos:

  • El ordenador. Todo tiene que estar perfectamente ordenado y en la misma posición. Muebles, objetos de decoración, libros, cuadros. Por ejemplo la ropa perfectamente colocada, por colores, en su orden. Si algo esta «descolocado» sienten un impulso irresistible de colocarlo inmediatamente. Por las mañanas empieza el suplicio, qué me pongo, cómo lo combino, se cambian varias veces porque no terminan de verse bien. De este modo pierden mucho tiempo y llegan tarde al trabajo. Encuentran la solución en que sea su pareja quién deje por la noche la ropa preparada para el día siguiente.
  • El verificador o comprobador. Una y otra vez comprueban si han cerrado el garaje, el coche, la puerta de entrada, el agua, la luz. Tienen dudas y vuelven a comprobar perdiendo también mucho tiempo.
  • El lavador. Todo tiene que estar limpio y reluciente, casi desinfectado. Algunos se descalzan al entrar en casa para no ensuciar. Se ponen trapos en los pies al pisar el suelo. No tocan manillas, puertas, cosas para no contaminarse. Son típicos los casos que esta exageración la llevan a ellos mismos. La ducha es metículosa. El lavado de manos continuo desde el momento en que tocan algo. Hace muchos años traté a un chico con los nudillos de las manos destrozados de tanto lavarse. Se lavaba, se secaba en casa con una toalla de  felpa y se volvía a lavar porque la toalla le había manchado. Otro chico trabajaba en un hospital. Su sufrimiento aún era mayor porque creía que el podía contagiar a los pacientes.
  • El obsesivo puro o mental. Tienen dos, tres… temas preferentes en los que piensan continuamente.
  • Suelen ser muy perfeccionistas con lo cual retocan continuamente un trabajo porque nunca termina de estar bien hecho. De este modo no cumplen con los plazos exigidos, pudiendo llegar a perder el empleo. Su indecisión es debida al miedo que tienen de cometer errores.

A todas estas conductas disfuncionales y con pérdida de tiempo hay que añadir las típicas manías de que si no hago esta cosa de esta manera determinada pasaran sucesos malos. Y… así vuelven a repetir sus manías o sus tics CON TODO EL SUFRIMIENTO QUE ESTO CONLLEVA para ellos mismos y para quién les rodea.