El alcoholismo es el incontrolable deseo de beber alcohol, el cual irá en aumento mientras siga bebiendo, ya que se trata de una enfermedad progresiva.
Para empezar y sin que parezca que soy exagerada tiene tres salidas: la cárcel, el psiquiátrico o la muerte. Y hay otra mejor: sólo se cura dejando su consumo total.
Cuando escucha esto el paciente por primera vez piensa «es imposible que yo deje para siempre el alcohol». En principio, sugiero que se dé la oportunidad de comprobar el CAMBIO QUE VA A SUPONER EN SU VIDA. En todos los ámbitos: a nivel personal, familiar, laboral y social. Él no cree estar enfermo. Se esfuerza en aprender a beber socialmente y a veces lo consigue durante un tiempo, pero en cuanto vuelve a ponerse en contacto con él, vuelve a recaer. Y así recorre un calvario en el que sufre y hace sufrir, que puede durar mucho tiempo llegando a una situación extrema en la que «toca fondo». Por fin, ha llegado el momento de ser sincero consigo mismo, hacer un balance de su vida y reparar el daño causado. Cuesta tiempo y esfuerzo pero SE PUEDE. Al principio la familia les disculpa, son permisivos, llegando a creer que son ellos los culpables. Ha llegado el momento de perder el miedo a vivir sin alcohol porque se vive mejor sin él.
Existen bebedores sociales con un alto consumo de alcohol y en cambio no son alcohólicos. ¿Cómo puede entenderse esto? El alcoholismo no es cuestión de cantidad, es cuestión de calidad. No se es a medias. Se es o no se es.
Es importante destacar la forma de beber hoy en día entre los jóvenes. No consumen entre semana y el fin de semana lo asocian a diversión, bebiendo sin control y en ocasiones llegando a presentar una intoxicación o coma etílico. Creen que es un estimulante y en realidad es un depresor del sistema nervioso.
Cuando por fin llega la recuperación y cura, la sociedad lo valora positivamente.
ORACIÓN DE LA SERENIDAD
Concédenos Señor:
- SERENIDAD para aceptar las cosas que no podemos cambiar,
- VALOR para cambiar las que sí podemos y
- SABIDURÍA para distinguir la diferencia.
Todo enfermo alcohólico ya tuvo miedo de pelear. Ya traicionó y mintió en el pasado. Ya perdió la fe en el futuro. Ya sufrió por cosas sin importancia. Ya recorrió un camino que no era el propio. Ya creyó que no era una persona normal. Ya falló en sus obligaciones. Ya hirió a alguien a quien amaba. Porque pasó por todo eso y NO PERDIÓ LA ESPERANZA DE SER MEJOR DE LO QUE ERA.
A continuación, podéis leer la entrevista que me hicieron hace años en El Diario Vasco, sobre la adicción al alcohol.
Pinchar sobre la foto, para leer la entrevista