Son las dos caras de una misma moneda: o sea, la obsesión con la comida y el miedo a engordar. Se diferencian en cuanto a personalidad, estilo de vida y familia. Ambas pueden ser purgativas o no: utilizar laxantes, diuréticos, vomitar. Cuando devuelven durante tiempo y frecuencia tienen en los dedos «el Signo de Russell» piel con marcas o callosidades producidas por los ácidos gástricos.

Tipos: Anorexia restrictiva (cada vez comen menos). Bulimia. Cuadro mixto acompañado de periodos de anorexia y de bulimia.  El intervalo de edad se sitúa entre los 15 y los 30 años. Aunque existen de edades más avanzadas.

La personalidad en Anorexia suelen ser estudiosas, responsables, controladoras, con baja autoestima y son familias aglutinadas. Creen que controlando la comida controlan el mundo por medio de rituales o supersticiones.

En bulimia, suele ser casi todo al revés: descontrol, mal en los estudios, con frecuencia consumo de drogas. Prácticamente viven en  su habitación, donde tienen su despensa a escondidas o comen cuando no las ve nadie. Hablan poco con su falimia. Después del atracón viene el sentimiento de culpa. Con lo que me comido cómo voy a engordar, entrando así en circulo vicioso que suelen tardar tiempo en pedir ayuda. A veces la familia no se percata porque usan muchos trucos para esconder el problema.

Hace tiempo, allá por el 95 -cuando casi traté toda una «epidemia»-, una paciente me comentó que no podía ir a ninguna parte porque su «vida era un WC entre vómitos, laxantes, diuréticos»… Se curó. Hubo muchos casos curiosos y graves, por contar otro……Traté a una chica con anorexia nerviosa restrictiva (cada vez comía menos llegando a ingerir sólo una manzana durante dos días).

Tenia 25 años, llevaba 10 años sin salir de casa, medía 1,75 y pesaba 32 kilos. Consiguieron llevarla al médico y como resultó tener una analítica perfecta el médico dijo que sólo se trataba de llamar la atención. Esto de las analíticas suele ocurrir.  Al tiempo la llevaron a un psiquiatra que no quiso coger el caso. Su peso era de riesgo y tenía razón. Con ese peso existen criterios suficientes para recomendar ingreso en clínica especializada. Se lo propuse y se negó en redondo. La miré a los ojos y la pregunte ¿crees que tú y yo podemos entendernos? Llorando me respondió que si. Entonces, dada la gravedad, hicimos un trato entre las dos, en principio de sólo tres meses. Si había alguna mejora, aunque fuese pequeña seguiríamos. Y…..poco a poco LA HUBO. A los 20 meses la dí el alta. Ella ya no quería seguir, tenía miedo de engordar más, aunque yo la dije que se trataría de un seguimiento como prevención de la recaida. Pesaba 60 Kilos, tenía novio y trabajo. Reconozco que durante aquel tiempo me hizo alguna trampilla introduciéndose paquetes de arroz debajo de la ropa o bolsas con piedras para engañarme en la báscula. Cada semana pesaba medio kilo más y no se notaba nada en absoluto. Yo me  decía es normal, está tan extremadamente delgada que hasta que se vaya rellenando un poco aunque yo tenia mis sospechas. Entendió que eso no la iba a curar. Se trabajaron muchas cosas más que no quiero aburrir. En el fondo es el síntoma de otros conflictos. Gracias por haberte conocido Maite. Al año siguiente me puse en contacto con ella y su familia. Continuaba bien.

Es frecuente encontrar una mala relación con la madre. En su relación objetal, la madre ha sido el primer contacto nutriente para ella. También de pequeñas se las ha acostumbrado a resolver una casqueta o recibir un premio con una chuchería.

Al principio de la terapia son resistentes a la empatía y la confianza.

Colaboré con ACABE (Asociación contra Anorexia y Bulimia).

Realicé Terapia de Grupo para doce afectadas de la Asociación con un año de duración y sesiones semanales.